En nuestra época, las fiestas suelen quedar
reducidas a un frenesí de consumo y a la angustia desatada por la
perspectiva de reencontrase con la familia. Devuélvele el sentido a la
Navidad y al Año Nuevo
Una pausa obligada
El ritmo frenético al que nos vemos sometidos parece acelerarse en Navidad. “Los días se suceden sin dejar rastro, así de fugaz es la vida”, reflexiona Midal. A eso se le agrega una cierta banalización comercial de acontecimientos que deberían ser destacables. Si el marketing y el consumo parecen haberse apropiado de las fiestas, depende de nosotros no dejarnos manipular y aprovechar estas fechas señaladas en nuestro favor.
Para darle a la Navidad un sentido nuevo es necesario hacer una pausa, inspirar profundamente y planificar. “Hay que comenzar por preguntarse qué importancia tienen para uno las fiestas, qué se quiere celebrar”, recomienda el experto.
Cuestionarse ayuda a conocerse ¡sin necesidad de acostarse en un diván!
Navidad en familia: una tregua
El intento de actualizar el mito de la Navidad armoniosa junto a la familia no está exento de angustia. Y es que “la familia es un lugar donde se reactivan los conflictos, las frustraciones y los demás problemas no resueltos”
¿Cómo convertir los reencuentros familiares en algo agradable? “Primero hay que ser conscientes de nuestras proyecciones. Quizá acogemos a un tío con enfado o a una prima con celos. Recuerda que todas las ideas que tenemos de las personas cercanas nos impiden ver quiénes son realmente. Aprovecha estas situaciones para verles con otros ojos y descubrir quiénes son hoy”, aconseja el psicoanalista. Ésta es, además, la única oportunidad que tenemos de salirnos de nuestro rol y demostrar que también nosotros hemos cambiado.
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