Por María Teresa Villafrade
¿Que lleva a un adolecente a herirse brazos
o piernas? ¿Por qué siente alivio en vez de dolor? Existe preocupación entre
los especialistas por el considerable aumento en sus consultas privadas de pacientes
que se autolesionen , en su mayoría presas de una angustia que no logran
canalizar si no es a través de cortes, quemaduras o golpes.
Es importante aclarar que la autoagresión
no es lo mismo que el intento de suicidio, porque en el primero la persona se
quiere sentir mejor y en el segundo se quiere dejar de sentir dice la
Psiquiatra Patricia Cordella.
En Chile, al igual que en el resto del
mundo este tipo de conductas autodestructivas han aumentado, tal como constan
los especialistas en su experiencia clínica. En otros países incluso se llega a
extremos increíbles, que van desde la mutilación hasta la desfiguración o
castración.
Según Cordella, la autolesión es un daño
voluntario y cuando una paciente toma la decisión de cortarse la piel, que es lo
más frecuente, lo hace desde el deseo de cambiar el estado de ánimo. Eso es lo
que la diferencia con los intentos de suicidios, que son el deseo de terminar
con la vida, pues no se cree que haya posibilidad de cambios, es decir, hay
desesperanza. En la autolesión la esperanza está puesta en este acto: después
de cortarme me sentiré mejor.
Una pelea, un desencuentro con el papá o la
mamá pueden ser los primeros detonantes. El peligro está en con el tiempo esto
se convierta en un hábito y adquiera una dinámica adictiva en la que ya no
importa tanto qué la gatilla.
La Doctora Ximena Sepúlveda de la unidad de
psiquiatría de niños y adolecentes de Clínica Las Condes, explica que la
mayoría de los afectados son adolecentes (mujeres más que varones), entre los
12 y 18 años: Dicen que sienten una angustia tan tremenda que sólo el dolor
físico los hace el dolor psíquico, los libera de alguna manera. Algunas niñitas
me han dicho que temen enloquecer y que por eso prefieren el dolor físico a la
angustia, relata la psiquiatra.
Los adolecentes que tienen más dificultades
en consolidar su identidad son los más vulnerables, Este síndrome se llama
difusión de identidad y es término que acuñó el psicoanalista Otto Kernberg, un
chileno radicado en Estados Unidos, que ha estudiado mucho los problemas de personalidad.
Se caracteriza por presentar mucha angustia, sentimientos de vacío o soledad
que son distintos a los estados depresivos. Cuando a este adolecente tú le
pides que te cuente cómo es, caen en una angustia espantosa, no pueden, agrega.
La identidad tiene que ver con el aspecto psicológico
y corporal. A veces, jovencitas con trastornos alimenticios cómo la bulimia
también caen en la autolesión. Es una forma de poner límite, de sentir que hay
un cuerpo, algo que sujeta lo que está en tu interior. He visto cómo los
chiquillos con más dificultades en organizar su identidad están llenos de
piercings, de tatuajes. Yo lo interpreto como una forma de hacer soberanía
sobre el cuerpo. Tengo tanta angustia que yo lo maltrato. Hay que distinguir
este comportamiento de las enfermedades psiquiátricas propiamente tales, como
esquizofrenia, trastornos bipolares, donde también hay autoagresión. No necesariamente una niñita con autolesiones
va derecho al trastorno psiquiátrico, pero si puede estar con problemas en el
desarrollo de su personalidad, señala la Dra. Sepúlveda.
La marca del indio
El factor sociocultural influye en los
cambios que han experimentado los síntomas. A juicio de la especialista, hoy
estamos en la era del cuerpo, de lo externo, de la superficie, de ahí el
aumento exponencial que han tenido las anorexias. Se calcula que hasta un 10%
de las adolecentes pueden tener algún trastorno alimentario.
La relevancia del cuerpo dentro de lo que
es la identidad es lo que explica el aumento de este tipo de enfermedades. En
general lo que observo en el entorno familiar de los adolecentes que se
autolesionan es que el problema no se pesquisa hasta que ha pasado cerca de un
año. La minoría de los padres se da cuenta temprano. Esto te hace pensar que
hay poca atención hacia los hijos, que se los mira y se los toca poca. Si ves a
tu hija en pleno verano con polera de manga larga, angustiada, bajoneada, una
mamá debería notarlo, señala Ximena Sepúlveda.
El síntoma más evidente es la angustia,
también la hiperactividad, el llanto fácil, una baja del rendimiento escolar,
deterioro social y la aparición de conductas de riesgo, como el abuso de
alcohol, de drogas y la promiscuidad sexual. La autolesión no se presenta como
un hecho aislado, advierte.
Entre las heridas que más le han
impresionado observar es una conocida como la marca del indio que consiste en
presionar fuertemente un dedo sobre el
dorso de la mano, en forma circular, hasta ocasionar una herida y sacar un
pedazo de piel. A una niñita se le necrosaron los cortes, ella andaba feliz con
la marca del indio e ignoro por qué le llaman así. Otras más pillas se hacen
cortes en los tobillos, porque no se notan.
La doctora Paulina Cordella explica que
estos actos se hacen como un ritual oculto, es decir, no hay testigos. Los tres
elementos que conforman la autolesión son: un detonante, un rito y un secreto.
Los gatillantes suelen ser estados
emocionales desagradables derivados de interacciones con personas afectivamente
importantes: la mamá, el papá, el pololo. El rito tiene que ver con el objeto
que se utiliza para cortarse. Una paciente guardaba un pedazo de vidrio azul en
un bolsito que tenía siempre en su cartera, otra recogía de la calle objetos
cortantes como trozos de metal, de vidrios, otra tenía una hoja de afeitar que
había pertenecido a su padre. Los cortes con tiptop son muy frecuentes. En
cada caso hay que buscar significados de fondo, dice la doctora Cordella.
El secreto, por último, forma parte de la
necesidad de marcar frontera en su espacio personal. Esto le permite al
adolecente tener la ilusión de administrar un trozo de piel, un trozo e tiempo.
El tipo de pacientes que presentan un
psiquismo inmaduro son aquellos que tienen historias traumatizadas por el
abandono, la agresión o la responsabilidad de cargar desde pequeños con adultos
inestables o enfermos psíquicamente.
¿En qué se diferencia la autoagresión con
el sadomasoquismo?
En que la persona separa la conciencia del
cuerpo, de la conciencia de psiquis, de modo que siente el cuerpo ajeno a sí
mismo, como si fuera un objeto desapegado de éste. Una vez que se produce esa disociación,
la paciente puede hacer uso de su cuerpo y entonces lo corta, sin sentir dolor
que se siente cuando uno se corta. Por eso es que no hay relación con el
sadomasoquismo, en el cual hay otro que se hace sentir dolorosamente y obtiene
placer con ello. Los cortes son paradójicamente, un modo que tiene la paciente
de volver a integrarse, ya que una vez consumado vuelve a sentir que está
entero y, por lo tanto siente bienestar.
Ocultar armas y heridas
La psiquiatra Patricia Cordella aclara que
realiza el corte, visto el sangramiento, pueden aparecer la vergüenza, la
culpa, sentimientos que tampoco son agradables. Parte del secreto es ocultar
las herramientas, las armas, las heridas, las cicatrices.
La cicatriz parece dar cuenta de la
necesidad de imprimirnos que tenemos los seres humanos. Necesitamos
diferenciarnos con un nombre propio, con características propias, con deseos
que nos pertenezcan. En estas pacientes el psiquismo se muestra enfermo.
Incapaz de hacerse cargo de los montos de angustia y ansiedad que nos genera
inevitablemente la interacción con otros. La solución de la autolesión es
fácil, rápida, a la mano. Está a tono con los tiempos en que nadie valora la
espera de un proceso de cambio y crecimiento que durará años, señala.
El período de la adolescencia es difícil y
los expertos aconsejan a los padres consultar de inmediato ante cualquier
síntoma de autoagresión. El tratamiento consiste principalmente en psicoterapia
y, en algunos casos, se requiere fármaco terapia, sobre todo cuando hay
problemas con el control de impulso.