jueves, 25 de agosto de 2016

El Éxito


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Normalmente el ser humano tiende a ver el éxito en los demás y compararlo con el éxito propio, este ejercicio puede resultar frustrante cuando se advierte que los otros están llenos de logros que no se ven en el propio acontecer, así, es fácil caer en pensamientos tales como: “Mi hermano es exitoso porque tiene un trabajo que Yo no tengo”, “Mi amigo consiguió la pareja que Yo hubiese querido” o simplemente, “Ese hombre tiene tanto dinero y debe ser muy feliz” etc.….. y un largo etcétera.
Este análisis puede ser común a la mayoría de las personas que se lo plantean, pero carece de lo más obvio y que es “La perspectiva”, porque quizás muchos de los supuestos “exitosos” pueden tener la misma percepción respecto de sus carencias y considerar exitoso a quien no se siente así. Entonces podemos aventurarnos a decir que: “El Éxito tiene que ver, en cómo te ven los otros, más que por una mirada interna y nos hace falta la perspectiva del observador “
Para dar una pista de solución a este dilema, podemos ayudarnos de la siguiente manera:
1.-Rescatar cada pequeño éxito que tengamos….. en cualquier área. (Aunque sean éxitos que no lo parezcan, como por ej…Soy bueno (a) jardineando, sacando puzles, cocinando, analizando películas, hablando idiomas, etc.)
2.-Luego extrapolar esos éxitos a toda nuestra experiencia vital y darle una utilidad.
3.-Sentir cada pequeño éxito como algo único y propio y desde allí volver al ejercicio del principio.
La pregunta ahora es: esa persona será tan buena como Yo en esta actividad? O en estas actividades?
Quizás la respuesta no la sepamos nunca, pero ya hemos logrado construir una mirada interna respecto de los logros, capacidades y aptitudes que tenemos, lo cual nos lleva indefectiblemente a posicionarnos desde esa perspectiva inicial y nos daremos cuenta de que, podemos estar en la mente de los demás como personas exitosas.

 Germán Astudillo Del Villar

 

jueves, 18 de agosto de 2016

Consejos para responder a los hijos cuando exigen más tiempo a sus padres




Yo creo que siempre es insuficiente el tiempo que tienes parta dedicarles a tus hijos y ellos en el momento menos pensado, te reclaman esa ausencia, dice Francisco de 37 años, padre de dos niños  de 6 y 8 años . Mi hija menor tiene claro el cuento de mi trabajo y los turnos. Pero la semana pasada me llamo y me dijo: Papá, casi no te veo en la casa, siento que tengo solo mamá. Me sentí muy mal, confiesa.

La demanda de más tiempo de los niños a sus padres es cada día mayor, porque las jornadas laborales son más extensas para ambos padres. Como resultado el contacto con los niños se ha visto disminuido, lo que plantea la necesidad de una nueva modalidad de relación familiar que requiere de ajustes importantes, dice María Amelia Barrera, psicóloga infanto-juvenil.

Queja emocional

Es una queja emocional de los niños, asegura Paz María Lagos, psicóloga infanto-juvenil, es frecuente en consulta y además suele ser la base de muchos problemas conductuales que presentan los menores ¿pero cómo responder a esa demanda de tiempo? Una forma de enfrentarlo es tomar conciencia de que esa queja infantil es importante.
En el momento es bueno decirle a los hijos cuán importantes son a pesar de que llegan tarde después del trabajo y preguntarles que necesitan y como pueden mejorar. De acuerdo a las posibilidades de cada uno, disponer de más tiempo para ellos y mejorar la relación con los hijos priorizando la comunicación.
Es esencial, concuerdan las especialistas que los padres aprendan a relacionarse con sus hijos de manera afectiva y no efectiva. Los papás, comenta Lagos, usan como expresión del afecto la preocupación del bienestar físico, material e intelectual de sus hijos y dejan de lado la vinculación afectiva directa, el espacio de comunicación familiar, del contacto personal, las caricias, el silencio compartido, los ritos.

Comunicación afectiva

Mas que la falta de tiempo, lo que ocasiona problemas a los niños es no poder contar con los padres, asegura María Amelia Barrera. Es decir, despertar y no estar con ellos, acostarse antes de que los adultos lleguen, tener escaso contacto telefónico y cuando están presentes, mantener la comunicación en los límites de los deberes familiares.
Por eso para mejorar la calidad de la relación, se sugiere simplemente planificar; idear actividades que realmente impliquen pasar tiempo con los niños, como participar en cursos juntos, practicar un mismo deporte, hacer caminatas, juegos al aire libre, armar juguetes y pintar en familia, entre otras cosas. La clave es generar un punto de encuentro mutuo.

Pero también cuando se está en casa se pueden compartir las tareas domesticas con los niños, como cocinar, hacer el aseo, cortar el pasto, junto con las responsabilidades académicas de los hijos. Realizar estas pequeñas modificaciones en los hábitos familiares es útil porque los hijos sienten la presencia de los padres, aunque efectivamente continúen trabajando gran parte del día.

Hábitos familiares

Las sugerencias son muy simples; por ejemplo, acostar a los hijos por lo menos dos o tres veces por semana (turnándose los padres) mirarlos a los ojos cada vez que ellos les hablen a los adultos, almorzar juntos al menos una vez a la semana y compartir los desayunos. Además, hay que generar instancias de relaciones, conversar sobre cómo les fue en el colegio y contarles también como estuvo el trabajo de sus padres.

 Es importante que el tiempo dedicado a los hijos sea de mejor calidad. Eso implica tratar de reírse más y hacerlo juntos, contar chiste, jugar, jugar a las cosquillas , resolver puzzles juntos, leer, ver una buena película y comentarla , caminar o correr con los niños, llamarlos mas seguido por teléfono, escribirle mails, whatsapp durante el día.