Yo creo que siempre es insuficiente el tiempo que
tienes parta dedicarles a tus hijos y ellos en el momento menos pensado, te
reclaman esa ausencia, dice Francisco de 37 años, padre de dos niños de 6
y 8 años . Mi hija menor tiene claro el cuento de mi trabajo y los turnos. Pero
la semana pasada me llamo y me dijo: Papá, casi no te veo en la casa, siento
que tengo solo mamá. Me sentí muy mal, confiesa.
La demanda de más tiempo de los niños a sus
padres es cada día mayor, porque las jornadas laborales son más extensas para
ambos padres. Como resultado el contacto con los niños se ha visto disminuido,
lo que plantea la necesidad de una nueva modalidad de relación familiar que
requiere de ajustes importantes, dice María Amelia Barrera, psicóloga
infanto-juvenil.
Queja emocional
Es una queja emocional de los niños, asegura Paz
María Lagos, psicóloga infanto-juvenil, es frecuente en consulta y además suele
ser la base de muchos problemas conductuales que presentan los menores ¿pero
cómo responder a esa demanda de tiempo? Una forma de enfrentarlo es tomar
conciencia de que esa queja infantil es importante.
En el momento es bueno decirle a los hijos cuán
importantes son a pesar de que llegan tarde después del trabajo y preguntarles
que necesitan y como pueden mejorar. De acuerdo a las posibilidades de cada
uno, disponer de más tiempo para ellos y mejorar la relación con los hijos
priorizando la comunicación.
Es esencial, concuerdan las especialistas que los
padres aprendan a relacionarse con sus hijos de manera afectiva y no efectiva.
Los papás, comenta Lagos, usan como expresión del afecto la preocupación del
bienestar físico, material e intelectual de sus hijos y dejan de lado la vinculación
afectiva directa, el espacio de comunicación familiar, del contacto personal,
las caricias, el silencio compartido, los ritos.
Comunicación afectiva
Mas que la falta de tiempo, lo que ocasiona
problemas a los niños es no poder contar con los padres, asegura María Amelia
Barrera. Es decir, despertar y no estar con ellos, acostarse antes de que los
adultos lleguen, tener escaso contacto telefónico y cuando están presentes,
mantener la comunicación en los límites de los deberes familiares.
Por eso para mejorar la calidad de la relación,
se sugiere simplemente planificar; idear actividades que realmente impliquen
pasar tiempo con los niños, como participar en cursos juntos, practicar un
mismo deporte, hacer caminatas, juegos al aire libre, armar juguetes y pintar
en familia, entre otras cosas. La clave es generar un punto de encuentro mutuo.
Pero también cuando se está en casa se pueden
compartir las tareas domesticas con los niños, como cocinar, hacer el aseo,
cortar el pasto, junto con las responsabilidades académicas de los hijos.
Realizar estas pequeñas modificaciones en los hábitos familiares es útil porque
los hijos sienten la presencia de los padres, aunque efectivamente continúen
trabajando gran parte del día.
Hábitos familiares
Las sugerencias son muy simples; por ejemplo,
acostar a los hijos por lo menos dos o tres veces por semana (turnándose los
padres) mirarlos a los ojos cada vez que ellos les hablen a los adultos,
almorzar juntos al menos una vez a la semana y compartir los desayunos. Además,
hay que generar instancias de relaciones, conversar sobre cómo les fue en el
colegio y contarles también como estuvo el trabajo de sus padres.
Es importante que el tiempo dedicado a los
hijos sea de mejor calidad. Eso implica tratar de reírse más y hacerlo juntos,
contar chiste, jugar, jugar a las cosquillas , resolver puzzles juntos, leer,
ver una buena película y comentarla , caminar o correr con los niños, llamarlos
mas seguido por teléfono, escribirle mails, whatsapp durante el día.
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