miércoles, 26 de noviembre de 2014

10 mitos generales sobre la salud mental rebatidos



La salud mental es la ausencia de enfermedades o trastornos mentales. Falso ya que la salud mental es mucho más compleja y abarca muchas más cosas.

Las personas que padecen enfermedades mentales no tienen cura. Falso porque con un tratamiento adecuado se logra recuperar y llevar vidas satisfactorias y saludables.

Buscar ayuda ante un problema de salud mental es una señal de debilidad e incapacidad. Falso, buscar ayuda es señal de fortaleza.

Las personas con trastornos mentales son violentas y peligrosas. También falso ya que padecer un trastorno mental no tiene porque significar ser violento ni peligroso, es más probable que la persona con trastorno mental sea la victima de esa violencia o se auto-lesione.

Todo aquel que tenga una enfermedad mental es un loco. Falso. Sufrir de un trastorno metal no significa estar loco, significa que se tiene un problema provocado por factores genéticos, sociales, ambientales y biológicos.

Las enfermedades mentales solo afectan a ciertas personas. Falso. Las enfermedades o trastornos mentales son más comunes de lo que parece.

Quienes sufren de problemas de salud mental son débiles. Falso. El sufrir de una enfermedad mental o padecer un problema de salud mental no tiene nada que ver con ser débil. Hasta los fuertes pueden caer.

La salud mental no tiene relación alguna con la salud física. Falso ya que el deterioro de la salud mental puede caer negativamente sobre la salud física y viceversa.

Enfermedad mental es sinónimo de retraso mental.
Falso. El retraso mental es una capacidad intelectual general inferior. Un trastorno (o enfermedad) mental es un síndrome o un patrón psicológico que aparece asociado a un malestar.

Las personas que padecen problemas de salud mental son inútiles e improductivas. Falso. Con tratamiento y apoyo, estas personas pueden ser tan eficientes y productivas como cualquiera.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Terapia Familiar



A veces, los problemas psicológicos no se pueden tratar de manera individual. Debe asistir toda la familia, para poder resolver el o los conflictos con mayor facilidad y hacerse cargo de las dificultades.


Influencia de la familia
La familia y los lazos que nos unen a ella durante la infancia son primordiales. Se trata de un conjunto de relaciones a través de las cuales se pueden crear conflictos y generar problemas psicológicos. La influencia es tan grande que incluso condiciona nuestras relaciones con los demás. A esto se han de añadir los famosos “trapos sucios”, el conjunto de secretos familiares a veces muy pesados de soportar (adulterios, hijos ilegítimos, adopciones, suicidios) que pueden ser el origen de malestares en el seno familiar.
Principio de psicoterapia familiar
Ciertos comportamientos son difíciles de manejar y la ayuda de un especialista sirve para aprender a controlarlos. Se procede a una psicoterapia familiar, es decir, incluye al paciente y otros miembros de la familia. La terapia familiar parte del principio según el cual no es posible curar a un paciente sin analizar todas las interacciones que rigen el funcionamiento del grupo. Se utilizan esquemas de terapia de grupo para exponer los problemas, aprender a superar la crisis y aclarar lo que no se dice. Se enfoca en la comunicación entre los diferentes miembros de la familia: no se busca conocer las causas de un comportamiento sino de observar sus efectos.
¿A quién está dirigida la terapia familiar?
Está dirigida a la familias en las cuales uno de los niños presenta un problema psicológico importante, sicótico (esquizofrenia), neurótico (hipocondría, fobias, histerismo) o incluso problemas de comportamiento alimentario.
¿Cuál es el buen momento?
No existe un momento particular para comenzar una terapia familiar. Sin embargo, los especialistas consideran que las sesiones pueden comenzar en cuanto el niño (o uno de los padres) muestra síntomas de problemas psicológicos reales y causan conflictos en el seno de la familia.

Técnicas de psicoterapia familiar
Los especialistas utilizan dos terapias principales:

La terapia sistémica: este método considera a la familia como un sistema (método prestado de las teorías cibernéticas y circulares de la comunicación y de la escuela de Palo Alto), en el cual los miembros dependen unos de los otros. En otras palabras, se trata de una conducta global que insiste sobre los intercambios entre los miembros y descifra las interacciones verbales y emocionales. Lo más difícil para el especialista es definir un esquema de comportamiento, encontrar los fallos y esquivarlos progresivamente para restablecer un clima de equilibrio y de compresión mutua.

La terapia psicoanalítica: se trata de comprender la estructura de los conflictos interpersonales en el seno de la célula familiar con la ayuda de conceptos psicoanalíticos. Si el centro del problema es el niño, el especialista intentará descifrar los conflictos psíquicos de los padres que se pueden proyectar, inconscientemente, en él. El análisis de posibles conflictos transgeneracionales también puede formar parte del programa: conflictos no resueltos entre generaciones (padres y abuelos) pueden perjudicar al niño y provocar un problema.