Cada persona busca algo en la vida, ¿verdad? Seguramente coincidirás en
que esa búsqueda es completamente personal e individual. A simple
vista, todos buscamos distintas cosas. Sin embargo, si pasamos más allá
de lo superficial, de las formas, nos sorprenderemos al descubrir que todos, por distintos medios y tomando diferentes caminos –acertados o no-, nos encontramos buscando lo mismo: la Felicidad.
El reto de cada día
Ser feliz puede ser un desafío emocionante, pero según muchos, algo muy
difícil de lograr o al menos de reconocer cuando lo disfrutamos. No
hay una sola receta para ser feliz; cada quien intenta serlo a su modo y
según su buen entender. Pero sí hay ciertos lineamientos que podrían
ser de ayuda para quienes se proponen cultivar el jardín de su felicidad personal.
Curiosamente, una de las primeras claves no es una afirmación, sino una negación. Así es, se trata de aprender a decir “no”, a poner límites,
eso que parece tan simple, pero que nos resulta tan complicado por
momentos. Es muy común aquella creencia errónea de que para ser “buena
persona” necesitas dar a los demás todo lo que nos pidan, sin ningún
tipo de límites o restricciones.
Entregarse al servicio desinteresado del otro es algo maravilloso, claro. Pero, ¿existe algún límite? Pues no podemos hacer felices a los demás en base a nuestro sufrimiento. Debemos tener como meta principal nuestra propia felicidad, la personal. Es decir, primero estamos nosotros y después los demás.
¿Te suena mal? ¿Sientes que no es lo correcto? ¿Consideras que esto
va contra las enseñanzas de nuestros padres y nuestra comunidad? Vale
aclarar que eso no significa ser egoísta, sino reconocer que es imposible hacer feliz a otro si uno inicialmente no es feliz.
Otra cuestión de importancia que puede acercarnos un poco más a la felicidad es aceptar que no somos seres perfectos. De
hecho, tenemos una insólita imperfección natural que es maravillosa, ya
que representa aquel motor que nos impulsa a trascender nuestros
horizontes personales y a socializar, incluso a conocer otras
tierras y culturas. Así, nos daremos cuenta de la diversidad de
costumbres y valores y ello nos brindará otra perspectiva de la vida. y
hará caer nuestra queja, nuestro mal humor, en saco roto.
Vivir en el presente y dejar atrás la carga del pasado es también algo central para lograr una vida feliz. Asimismo deberíamos intentar dejar a un lado los comentarios mal intencionados de la gente.
Recordemos que las palabras de los demás solo tienen el valor que
nosotros mismos les otorguemos. Lamentablemente, muchas veces valoramos
esas afirmaciones, críticas u opiniones por encima de los pequeños
detalles que nos pueden dar gozo, como pueden ser momentos, personas,
lugares y por supuesto, nosotros mismos.
La felicidad está en nosotros y en todo lo que tocamos, en lo que vivimos, olemos, miramos.Aun
con nuestros defectos, cada uno de nosotros somos una expresión de la
belleza que podemos encontrar afuera y que muchas veces nos es difícil
reconocer en nosotros mismos. Por lo tanto, no exijamos tanto a los
demás, porque –para ser sinceros- no podemos tampoco ponernos tal
exigencia a nosotros mismos. Enloqueceríamos.
No intentemos buscar a alguien más para que nos haga feliz.
Si no encontramos dentro de nosotros mismos aquello que buscamos, será
muy difícil que podamos encontrarlo afuera. La felicidad emerge de nuestro ser,
de nuestra preciosa individualidad; y esa felicidad es la que
necesitamos reconocer y proteger, muchas veces de nosotros mismos. No hay que tener miedo. Sí, aunque parezca increíble, miedoa ser feliz.