Las crisis surgen como
consecuencia a cambios importantes, repentinos y generalmente inesperados, que
exceden nuestra capacidad de respuesta y nos obliga a poner en práctica nuevas
acciones para enfrentarlo.
Algunas crisis están relacionadas
con los ciclos vitales normales de las personas y sus familias (nacimientos,
divorcios, pérdidas de trabajo, muertes) y son ,en cierta medida, esperables;
mientras otras se presentan de manera inesperada rompiendo abruptamente con lo
cotidiano de su vida.
Cuando una persona siente
un alto nivel de desorganización psicológica y somática que se acompaña de
altos niveles de estrés y tensión como consecuencia de un evento altamente
traumático como puede ser: la muerte repentina de un ser querido, un accidente
grave, un asalto violento, un terremoto/tsunami, la erupción de un volcán o una
violación, es probable que este viviendo una crisis.
Estos estados temporales
pueden ser tremendamente dolorosos y nos hacen sentir sobrepasados y en desequilibrio.
Además, cada persona reacciona de un modo diferente ante el estrés ocasionado
por un evento traumático, dependiendo de la combinación de varios factores,
entre ellos: características psicológicas de la persona, creencias sobre el
control que tenemos de las situaciones, estilo de vida, capacidad de
afrontamiento, tolerancia a la ambigüedad, capacidad para resolver un
conflicto, falta de redes de apoyo social, la presencia de alguna enfermedad,
experiencias de crisis anteriores aun no curadas; etc.
Alejandra Parada, Psicóloga
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