viernes, 14 de octubre de 2016

Como vivir y superar el duelo


La mejor forma de superar la muerte de un ser querido, es aceptar que aunque físicamente ya no está con nosotros, espiritualmente seguirá acompañándonos, seguirá estando vivo/a en nuestro pensamiento, en nuestro recuerdo, en nuestro quehacer diario. Recordar con cariño todos los momentos vividos puede ser nuestro mejor homenaje y nos ayudará a aceptar su partida de una forma gradual. No existe un tiempo prefijado para vivir el duelo. Cada cual necesitará el suyo, a pesar de que muchas veces nuestros familiares y amigos nos apremien porque quisieran vernos mejor.
Integrar el duelo es todo un proceso que conlleva reconocer el dolor que nos produce la pérdida, aceptar que nos duele, aceptar las ausencias, aceptar que ha muerto, llorar, llenar espacios vacíos, recordarle con cariño, e iniciar progresivamente el camino de regreso a la realidad y a nuestro propio orden de las cosas.

El duelo pasa por las siguientes etapas:

- Negación: No creemos que sea cierto, esto nos permite amortiguar el dolor ante una noticia tan traumática como puede ser la muerte de un ser querido. Esta defensa provisional pronto podrá ser sustituida por una aceptación parcial de la realidad.

- Ira: La negación es sustituida por la rabia y el resentimiento, surgen todos los porqué… la ira se desplaza en todas direcciones y nos quejamos sistemáticamente. De forma injusta la consecuencia de esta “ira” la sufren los seres que tenemos al lado. Más tarde, llega de nuevo el dolor y las lágrimas, la culpa, la vergüenza… Es importante que la familia y los amigos no tomen esa ira como algo personal, ya que esto podría fomentar actitudes hostiles que agravarían la situación.

- Negociación: Surge la necesidad de llegar a un acuerdo con la gente y con Dios, que nos ayude a superar el trauma.

- Depresión: Cuando termina la fase de negación, nos debilitamos, adelgazamos, aparecen otros síntomas y nos sentimos invadidos por una profunda tristeza. Es un estado en general transitorio que nos prepara para la aceptación de la realidad. Es contraproducente que intenten animarnos cuando estamos en esta fase, ya que lo que necesitamos es expresar nuestro dolor y sentirnos aceptados y comprendidos. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación y acercamiento. Tal vez nos transmitan más si acarician nuestra mano o si permanecen en silencio a nuestro lado.

- Aceptación: Si hemos pasado por las distintas etapas anteriores, contemplaremos el devenir con más tranquilidad. Pero la aceptación no es una etapa feliz, en un principio está casi desprovista de sentimientos. Empezamos a sentir paz y ya no sentimos tanta necesidad de hablar de nuestro dolor. La vida se va imponiendo. Ayuda el buscar una actividad gratificante que nos permita ocupar nuestro tiempo.

Pasados unos tres o cuatro meses, si nuestro estado de ánimo persiste y nos sentimos incapaces de seguir con nuestras actividades y enfrentar la vida, conviene buscar ayuda psicológica.
Es importante recordar que existen motivos para estar alegres, no vaya a ser que a fuerza de sentirnos amargados, vayamos aprendiendo la técnica y la practiquemos cada vez más, convirtiéndonos en unos “expertos amargados”, ya que como todas las técnicas, ésta también se aprende y se va instalando en nosotros hasta hacerse crónica.

Tendemos a centrarnos en las personas que faltan y sentirnos desdichados pero en medio del dolor que nos producen los recuerdos del pasado, olvidamos disfrutar los momentos presentes con los seres que tenemos al lado. Puestos a pensar, seguro que no tardamos en darnos cuenta de que existen numerosas razones para agradecer. También ésta es una técnica que podemos aprender, y generar así emociones más saludables y positivas.

IpsClinica

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